Este proyecto, dirigido por Mario Latorre, fue muy especial para mí porque fue la primera vez que trabajé como ayudante de dirección. A partir de esa experiencia, entendí la importancia del liderazgo dentro de un rodaje y descubrí que tengo esa capacidad para coordinar, comunicar y mantener la energía del equipo. La gestión fue especialmente compleja porque trabajábamos con cuatro localizaciones distintas. Tuvimos que movernos de un sitio a otro rápidamente, y algunas de las localizaciones, como el bar Marsella o la librería, solo nos cedían el espacio durante unas pocas horas.


Eso exigía un planteamiento muy ajustado y una dinamización en rodaje casi milimétrica.
Uno de los aprendizajes más grandes que me llevo es que anticiparse lo es todo. En este caso, creo que me faltó prever con más tiempo algunos detalles, especialmente en la convocatoria de equipo y reparto, y eso me enseñó la importancia de citar con más antelación, dejar márgenes realistas y tener un plan B para cada cosa.

Me di cuenta de que me gusta mucho estar en esa posición intermedia entre producción, dirección y equipo técnico, y que disfruto encontrando soluciones rápidas, manteniendo el orden y haciendo que el rodaje avance sin perdre la calma.
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